11 de diciembre de 2011

El pony Tapón

Desde hace unos días el pony Tapón vive junto a su familia en un pequeño pesebre instalado bajo la Seta Sur de la Encarnación.
Una mullida base de heno y paja cerrada por un entablado de maderas es el hogar provisional de este simpático caballito manchado que apenas se eleva 50 centímetros del suelo; un hogar apacible y tranquilo, al menos hasta que algún niño paga los dos euros de rigor que cuesta el paseito alrededor de la Plaza.
Es entonces cuando Tapón, siempre detrás de su madre, abandona el pesebre a pasito lento y parsimonioso, como si quisiera acariciar una a una todas las baldosas grises que encuentra en su camino.


Su cuerpecito tierno y regordete como un peluche no deja indiferente a nadie: ni a los niños que giran en la noria color rosa y blanco situada junto al inmenso magnolio que algún funcionario municipal con mas dotes de carnicero que de jardinería ha dejado en los huesos; ni a los chavales que guardan cola en el puestecillo de buñuelos para endulzarse la tarde en pareja; ni al grupo de amigos que hace un inciso en las compras navideñas tomando café en los veladores del Spala; ni siquiera a los que, simplemente, están de paso hacia La Campana.
Porque se puede estar de acuerdo o no con la presencia de estos ponis en la Encarnación, con su uso comercial, con esas vueltas y vueltas alrededor de la plaza para disfrute de los niños; surgirán pensamientos dispares, juicios, valoraciones, principios, lo que sea…pero es innegable que Tapón, nada mas aparecer, pone una sonrisa en el rostro. A todos.
Y no una sonrisa cualquiera, sino una sonrisa parecida a la de cuando éramos niños y teníamos la mirada clara, inocente, limpia, antes de que llegaran los problemas, las preocupaciones, antes de que todo se volviera oscuro, anguloso, de que las cosas empezaran a tener dobles sentidos, triples sentidos, recovecos, giros…
Así que, aunque sólo sea por un instante, ese que discurre entre los actos de de ver y pensar, me alegro de haber recuperado esa mirada, de haber retrocedido hasta la infancia, de rescatar ese niño que una vez fui, ese niño que esperaba con ilusión la llegada de la Navidad, ese niño que hoy tanto disfrutaría caminando al lado del pony Tapón.


1 comentario:

  1. Ese niño debe seguir dentro de nosotros durante toda nuestra vida, siempre reconforta.

    Un abrazo ;)

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Comentarios: