24 de octubre de 2010

Y un buitre llegó a Sevilla...

Tal y como lo leen, el jueves pasado apareció un buitre en Andalucía Residencial.

Tirando de memoria, el último buitre que yo recuerdo haber visto por estos lares llegó en AVE allá por el 94 y le endosó cuatro goles al Sevilla en el Sánchez Pizjuán antes de irse a probar suerte a tierras aztecas. Aclaro que en este recuento “buetril” paso por alto los especímenes que pululan por las discotecas los fines de semana, ese es otro nivel.

El de este jueves vino volando y no jugaba al fútbol, aunque también es verdad que nadie le brindó oportunidad alguna de demostrar su presteza con el balón en los pies. O en las garras.

Los que saben de buitres dicen que estaba de paso: que si sólo quería hacer la digestión, que si estaba desorientado, que si era joven… prácticamente lo ponen como el buitre más tonto de todos los buitres. Yo no estoy de acuerdo, creo que el pájaro sabía bastante bien lo que hacía y donde se metía.

Para empezar se quedó en Sevilla Este; no se le ocurrió pasar de la SE30 y menos aún probar suerte a adentrarse en el Centro, no fueran a echarle la fotito de rigor con lo del nuevo Plan de Tráfico del Casco Histórico, que te controla pero no te controla y te multa sin multarte, al menos por ahora.

Seguramente sabía que acababa de posarse en una ciudad cojonuda, en la que solo se hacen cosas cuando los políticos tienen los cojones de corbata porque las elecciones están a la vuelta de la esquina: y activan planes, recuperan proyectos, doblan turnos en las obras y hasta cumplen promesas, que ya es decir.

Sabía que llegaba a la tierra de las oportunidades en el momento oportuno, ese en el que con solo levantar la voz el periódico tendencioso de turno te saca en portada y con suerte te lleva de invitado a su radio tendenciosa; en el que a cada protesta le sucede una promesa (o varias), aunque no se las crea nadie; en el que por arañar un voto nuestros ilustres próceres dejan a Mortadelo a la altura de un principiante realizando actividades de lo mas insospechadas.

También sabía que dependiendo del partido político que se le acercara podría sacar mayor o menor tajada: que uno le daría vueltas en el coche eléctrico y elevaría sus quejas al Parlamento; que otro le prometería un local para buitres junto a los patinadores de la Plaza Nueva y los heavys de la Sala Q, ya puestos incluso un tenderete en el futuro mercado de flores de Plaza de Armas; por pedir, podría lograr hasta un carril-buitre si lograba convencer a otro.

Todo ello sin olvidar que esta ciudad es tradicionalmente un paraíso gastronómico para buitres y buitresas, con sus contenedores de basura eternamente volcados por los buscadores de chatarra y algunos jardines tan asilvestrados que en su interior no se orientaría ni el mismísimo Tarzán de los monos.

Quizás los planes del buitre se truncaron demasiado pronto, pocas horas después de su aterrizaje en Sevilla Este, pero visto lo visto de tonto nada; al contrario, habría hasta que aprender de él…

3 comentarios:

  1. ¿Aprender de él?... ¿Por qué?... ¡Ah! que salió volando de aquí y todavía no ha parao ¿no?... jajaja

    Saludos.

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  2. Sabio el buitre... Y otra entrada en la que te doy toda la razón, da pena ver cómo se echan a perder tantas cosas de nuestra ciudad.

    Un saludo!

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  3. El buitre llegó al sitio correcto: la ciudad de los buitres: Mercasevilla, Distrito Macarena, Caso Unidad, facturas falsas, etc., etc., etc.,

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Comentarios: